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Artículos y consejos de salud natural

Remedios naturales en el herbolario en Madrid

LA MENOPAUSIA (por Modesto Gutiérrez)

Se define la menopausia como el fin de la menstruación por cese de la función ovárica. La definición va implícita en el término: “menopausia” deriva del griego “mens” y “pausis”, que significa cese mensual. Este cese implica para la mujer pasar de un estado reproductivo a un estado de infertilidad.

Se trata, por tanto, no de una patología, sino de una etapa fisiológica en la vida de una mujer. Sin embargo, pese a no tratarse de un estado patológico alrededor de un 80% de las mujeres experimentan algunos cambios. Estos cambios pueden vivirse con mayor o menor intensidad dependiendo de los hábitos de vida y otros factores de tipo social o cultural.

La medicina oficial a la vista de los tratamientos que propone para este periodo entiende que la menopausia es un periodo con un importante estado carencial de hormonas, que compensan mediante la sustitución de estrógenos y progesterona, hormonas que los ovarios envejecidos no segregan en suficientes cantidades.

El resultado es la Terapia Hormonal Sustitutiva (TSH), que se halla disponible en una amplia gama de fármacos. Estos fármacos son administrados con cierta facilidad, aunque existe cierta controversia acerca de su conveniencia, ya que en numerosas ocasiones los efectos secundarios que presentan son más graves que los síntomas que pretenden combatir. Se relacionan con un aumento del riesgo de contraer cáncer de útero y de mama.

En general, la menopausia suele presentarse entre los 45 y los 55 años, y en España, según datos recientes, la edad media oscila los 48 años. Pero anteriormente ya comienzan las primeras alteraciones con la premenopausia, donde se produce un decrecimiento gradual de la función ovárica con descenso de progesterona y mantenimiento de los niveles de estrógenos, y esto ya puede empezar a producirse a partir de los 35-40 años, asociado a desórdenes de tipo físico, emocional y mental. De cómo nos cuidemos en esta etapa puede depender el cómo vivamos los años siguientes, es decir, los años de la menopausia.

Los primeros síntomas se aprecian en los primeros cambios en el ciclo menstrual, con diferencias en cómo se expresan estos cambios de unas mujeres a otras. Los ciclos y periodos menstruales se vuelven más cortos o más prolongados, y el sangrado es más ligero o más abundante. En ocasiones transcurren meses entre cada regla seguidos de varios ciclos de 2 o 3 semanas. Así hasta que la menstruación cesa por completo.

Sólo tras haber transcurrido un año desde esta última regla, podemos confirmar que la mujer tuvo su menopausia. Al cabo de un año sin menstruación la menopausia se considera total y la mujer entra en la etapa postmenopáusica, que en la actualidad representa un tercio de la expectativa de vida.

Las mujeres en edad menopáusica, es decir, por encima de 50 años, en nuestro país a comienzos del siglo pasado estaba sobre los 1,8 millones, y la esperanza de vida por entonces rondaba los 55 años. En los inicios del s. XXI la cifra de mujeres que superaban los 50 años se sitúa en torno a los 7,5 millones, y la esperanza de vida se sitúa en los 81 años, lo que significa, que en tan sólo un siglo, el tiempo que una mujer vivirá después de la menopausia ha pasado de 5 años a 30, más de un tercio de su vida. Se calcula que en el año 2.010 una de cada cuatro mujeres españolas tendrá más de 60 años.

Se dice que la edad de la menarquia (primera menstruación), la estatura y la raza no influyen en la edad de la menopausia. Sin embargo la desnutrición y el vegetarianismo, la delgadez, la altura, se relacionan con una menopausia más temprana. Las fumadoras, incluso las exfumadoras, con frecuencia tienen la menopausia a una edad más temprana que las que nunca han fumado.

Mención especial merecen los xenoestrógenos. Éstas son sustancias químicas, ajenas a la biología humana, con una estructura molecular muy parecida a los estrógenos y pueden unirse a los receptores hormonales de éstos obstruyendo la respuesta hormonal natural y destruyendo los mensajes hormonales. Se encuentran en: pesticidas, plásticos, compuestos industriales y drogas farmacéuticas.

Los Xenoestrógenos interfieren en nuestra habilidad innata para adaptarnos al medio ambiente, afectando negativamente al eje neurológico-endocrino-inmunitario. Suelen ser productos liposolubles y provienen del petróleo. Así pues, una vez estos químicos entran en nuestro organismo a través de la ingesta de alimentos que los contengan quedan depositados en nuestra grasa, convirtiéndonos en candidatos a sufrir serios desequilibrios hormonales.

Los estrógenos en la menopausia son deficitarios y se relacionan con:

  • La salud ósea: contribuyendo al mantenimiento de la masa ósea y a la salud del hueso.
  • Arterias: en la relajación de las paredes arteriales y así aumentar el aporte sanguíneo a los tejidos, contribuyen a mantener las arterias limpias de placas de ateromas.
  • A nivel urinario: en el mantenimiento de la tensión de la uretra y la vejiga con el objetivo de establecer una frecuencia urinaria regular y normal.
  • A nivel genital: influyendo en la vulva y vagina para mantener la humedad y la integridad de la mucosa vulvovaginal, la elasticidad de las paredes vaginales y la resistencia a los procesos inflamatorios. La disminución de estrógenos también favorece la contracción y estrechamiento de la vagina, así como la pérdida de elasticidad y humedad natural.
  • Piel: son uno de los factores responsables del mantenimiento del colágeno, dando tersura y elasticidad a la piel.
  • Perfil lipídico: Los estrógenos contribuyen para bajar el colesterol total, disminuir el LDL (colesterol malo), y aumentar el HDL (colesterol bueno).

Los síntomas que este nuevo orden hormonal pueden producir en la mujer son:

-Sequedad vaginal, alteraciones del sueño, cambios en el estado de ánimo, trastornos cardiovasculares, cambios genitourinarios, cambios en la piel, disminución del tono muscular, flacidez generalizada, dolores de cabeza, gases, cansancio, hipertensión, problemas de circulación periférica, disnea, disminución del rendimiento intelectual, concentración, baja autoestima, sofocos, etc.

Los sofocos son la manifestación más común en este periodo, afectando a un 70-80% de mujeres en esta situación. Tienen lugar por una inestabilidad vasomotora y pueden durar desde algunos meses hasta cerca de 5 años, tiempo, en el que por lo menos la mitad de ellas, dejan de sufrirlos. Sin embargo, en algunas excepciones pueden persistir por un tiempo más prolongado, de hasta 15 o 20 años. La sudoración suele acompañar a los sofocos, aunque en ocasiones puede presentarse aislada. Puede variar desde una sudoración localizada, en las palmas de las manos o en la frente en los casos más leves, hasta generalizarse por todo el cuerpo, llegando a mojar y a empapar toda la ropa, en los casos más severos.

Los cambios en la concentración sanguínea de estrógenos y progestágenos, incluso los que ocurren ya en la premenopausia, pueden alterar la frecuencia y la intensidad de las jaquecas. Aquellas mujeres que presentaban jaqueca sólo en el periodo menstrual suelen presentar un empeoramiento de este síntoma tras la menopausia.

Las mujeres en el climaterio suelen aumentar de peso y ganar cerca de un 10% de su peso anterior a la premenopausia, sin que esto se deba a ninguna alteración en el patrón alimentario o en la actividad física. Por otro lado, la grasa corporal adquiere una nueva distribución. La grasa que antes solía depositarse en los muslos, cadera y senos, en una distribución más periférica típicamente femenina, ahora con la deficiencia estrogénica, se deposita preferentemente en la cintura y abdomen.

La depresión está presente en un 30% de los casos, asociada o no a ansiedad, la cual se manifiesta con inseguridad, miedo, angustia, tristeza, aprehensión o preocupación exagerada por uno mismo.

Ante toda esta miscelánea de cambios la mujer puede sentirse confundida acerca de lo que está viviendo y no se reconoce emocionalmente en la “nueva” persona que es, ya que siente y se expresa de manera diferente.

Sin embargo hay mujeres que no sufren los síntomas propios de la menopausia, generalmente estas mujeres hablan de su menopausia como una liberación, una segunda juventud, una posibilidad de poder vivir una sexualidad sin riesgos o de no volver a ser molestadas por sus ciclos menstruales.

Para afrontar este periodo de la vida toda mujer debería seguir unas pautas de vida que le ayudaran a combatir las alteraciones hormonales. Tabaco, alcohol, bebidas estimulantes y azúcar son las sustancias que mayores efectos van a producir en los sofocos. Sin embargo, el consumo de cereales integrales, frutas, verduras y hortalizas, los alimentos ricos en vitamina E, crucíferas, las algas, té verde, ácidos grasos de calidad, así como las semillas crudas de sésamo, girasol y calabaza nos podrían ayudar a vivir esta etapa con una mejor predisposición orgánica.

La naturaleza, a través de las plantas, nos ofrece principios activos que se comportan como moduladores hormonales. Plantas como la Dioscorea villosa, Cimicífuga racemosa, Angelica sinensis, Lepidium meyenii, Glycyrrhiza Glabra, Vitex agnus castus, etc, pueden estimular la secreción estrogénica.

La vitamina E en forma de d-alfa-tocoferol, la vitamina C, el complejo B, actuarán sobre el sistema nervioso y ayudarán en los sofocos; mientras que minerales como el calcio, magnesio, boro, silicio, etc, son fundamentales para la salud del tejido óseo. Cada mujer necesitaría una suplementación personalizada con dosificaciones óptimas en cada caso, el estudio pormenorizado de cada persona nos podría conducir a un tratamiento específico e individualizado que nos acerque a hacer de esta etapa un trayecto de armonía y bienestar.

Modesto Gutierrez (naturópata, homópata, Acupuntor, Nutrición ortomolecular, Par Biomagnético)

LA MENOPAUSIA (por Modesto Gutierrez)

ESTRÉS, ALIADO O ENEMIGO EN NUESTRAS VIDAS

“Cóncedeme, Señor, serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que puedo y sabiduría para establecer la diferencia”.

Reinhold Niebuhr

Las razones por las que una persona se puede estresar son infinitas: laborales, familiares, económicas, emocionales…o ninguna de ellas, porque sentir una amenaza psicológica inexistente produce los mismos efectos fisiológicos que cualquier amenaza real. Si el cerebro piensa o experimenta algo estresante se activan los componentes de la respuesta al estrés de la misma manera que si estuviéramos expuestos a un verdadero agente estresor.

El Estrés o Síndrome de Adapatación General, como lo definió Hans Selye, es el conjunto de reacciones biológicas y psicológicas que se desencadenan en un individuo cuando éste se enfrenta de forma brusca a un agente nocivo, de cualquier naturaleza. El estrés es lo que experimenta la persona cuando las demandas de la vida exceden la capacidad del organismo para cumplir dichas demandas, situación que puede provocar cambios en la función inmune, hormonal, enzimática, gastrointestinal, endocrina, nerviosa, etc.

El término “estrés” deriva del griego´”estringere” que significa “provocar tensión”, esta palabra se utilizó por primera vez en el siglo XIV y desde entonces se ha empleado en diferentes textos y con numerosas variantes, como “stress”, “stresse”, “straise”.
El Síndrome de Adaptación General (SAG) es un proceso en el que el cuerpo pasa por tres etapas. En la primera fase hay una “señal de alarma”, a partir de la cual el organismo se prepara para “la defensa o la huída”, reconoce al agresor y se amolda para actuar.
No obstante, ningún organismo puede mantener indefinidamente esta condición de excitación, por ello existe la segunda etapa que permite al mismo sobrevivir a la primera, ésta fase se denomina Fase de resistencia.

Finalmente, si la duración del estrés es suficientemente prolongada, el cuerpo entra a una tercera etapa que es la Fase de agotamiento; cuando la exposición al estrés es sostenida la energía orgánica se agota. El cuerpo humano no está biológicamente diseñado para soportar un estrés constante, si los nutrientes necesarios para la síntesis de las hormonas del estrés escasean (vitaminas, oligoelementos, antioxidantes, ácidos grasos…) o si la demanda de estas hormonas (adrenalina, cortisol) son mayores que la capacidad del cuerpo de fabricarlas se alcanza inevitablemente la fase de agotamiento.

Es estrés puede ser una valiosa estrategia para movilizar los recursos vitales en nuestro organismo, y al mismo tiempo el mayor peligro para nuestra vida. El estrés nunca nos dejará indiferentes, será enemigo o aliado, y ese es el lugar que ocupará en nuestra vida, dependerá del peso que tenga en ella.

Existe un estrés positivo: el estrés capaz de llenar nuestra vida de energía y vigor, permitiendo una activación de todos nuestros sistemas de forma que sus procesos se lleven a cabo de la forma más armoniosa posible dando por resultado una vida saludable y vital. También existe un estrés negativo: el distrés, capaz de destruir cualquier estado de equilibrio, de producir daños fisiológicos en nuestros órganos internos y de comprometer nuestra salud afectando también a nuestras emociones.

Dado que no existen respuestas objetivas, lo que a una persona le puede generar estrés a otra le puede ocasionar distrés. Todas las respuestas que generamos son de carácter estrictamente personal: la interpretación, emoción y sensación que acompañan al estrés son intransferibles, el estrés es un particular e íntimo mecanismo de defensa que puede transformarse en un serio peligro si la respuesta nos desborda en un medio de autodestrucción. El estrés es imprescindible para la vida y al mismo tiempo amenaza nuestra salud, nos adaptamos o sufrimos las consecuencias de la inadaptación, el mundo interno y el externo están en permanentemente interacción.

En la fisiología del estrés hay dos ejes principales implicados: el eje Hipotálamo-Hipófisis-Suprarrenales y el Sistema Nervioso Autónomo, especialmente el Sistema Nervioso Simpático hiperactivado en detrimento del Parasimpático, estos son responsables de las secreciones de Adrenalina y Cortisol.

Estas hormonas tienen como función aumentar la llegada de oxígeno y glucosa a los músculos que nos pueden salvar la vida ante una amenaza que pone en peligro la supervivencia, como una cebra cuando es perseguida por un león, gracias a esta respuesta hormonal puede huir a más velocidad que nunca. El problema es que en los humanos mantenemos las hormonas de la lucha o la huida de forma permanente porque el pensamiento mantiene presente la amenaza.

Mantener estables los índices de glucosa es uno de los objetivos. Si lo niveles de azúcar en sangre descienden hay dos maneras de elevarlos. Una es tomar más glucosa y la otra es incrementar el nivel de las hormonas del estrés, Adrenalina y Cortisol. Al mismo tiempo hay dos formas de aumentar la Adrenalina y el Cortisol, una es consumir un estimulante, ya sea té, café, chocolate o cigarrillos, y la otra reaccionar de manera estresada y provocar así un aumento de la propia producción de Adrenalina.

Es fácil para las personas estresadas caer en el círculo vicioso del azúcar y los estimulantes. Esto hará que la persona se sienta más cansada, deprimida y estresada la mayor parte del tiempo por entrar en un círculo vicioso de estimulación y agotamiento. La alimentación puede convertirse en un argumento para enfrentarnos con mayores garantías a situaciones estresantes.

Además, esta situación requiere una demanda extra por parte del organismo de nutrientes para la fabricación de estas hormonas y para la regulación del sistema nervioso. Si tenemos niveles deficientes o subcarencias de determinadas vitaminas, minerales, aminoácidos que intervienen en la síntesis de estas hormonas seremos mucho más vulnerables a los efectos desagradables del estrés.

Una adecuada alimentación y óptima suplementación no evita las situaciones estresantes de la vida pero sí sus efectos perniciosos, sí puede reducir o neutralizar las consecuencias devastadoras del ritmo acelerado de vida sobre la salud de las personas.

En cuanto a la etiología del estrés las investigaciones cada día parecen ser más evidentes. Dependiendo de cómo un sujeto viva una situación, sus pensamientos generarán una emoción y una emoción es capaz de generar toda una cascada hormonal. Una situación determinada puede ser interpretada de forma traumática por algunas personas y generar indiferencia en otras, lo que indica que la personalidad, el temperamento y la constitución mental de cada persona interactúa con el entorno y con los factores exógenos y de ello dependerá su respuesta biológica.

Si hiciéramos un listado con las situaciones estresantes que vivimos a diario: atascos de tráfico, trabajo, etc, muy pocas son reales en el sentido en que lo entendería una cebra o un león. Los efectos negativos de los agentes estresantes pueden ser neutralizados con el aporte de sustancias óptimas para nuestro sistema nervioso y nuestras glándulas suprarrenales. Esto no cambiará la situación externa pero sí en qué medida nos afecta y con qué armas nos enfrentamos a ello. Permitirá que tengamos una mayor resistencia y menor vulnerabilidad ante estas situaciones.

Por Modesto Gutierrez (Naturópata, homeópata, acupuntor, nutrición ortomolecular, Par Biomagnético)

AURICULOTERAPIA: TÉCNICA MILENARIA

AURICULOTERAPIA: TÉCNICA MILENARIA

La auriculoterapia es una técnica terapéutica que se aplica en la oreja como zona refleja donde está representado todo nuestro organismo. Ha tenido un gran respaldo en occidente desde la última mitad del siglo XX gracias a las investigaciones francesas, impulsadas por el Dr. Paul F. M. Nogier, de Lyon (Francia), quien partiendo de antiguas fuentes, construyó sobre ellas un edificio nuevo y sorprendente, estableciendo un método científico, riguroso, accesible, y eminentemente práctico que se adapta perfectamente a la formación y hábitos de pensar del lenguaje occidental.

Las primeras referencias datan del antiguo Egipto, donde se dice que las mujeres que no deseaban tener más hijos se hacían pinchar el pabellón de la oreja. También encontramos referencias en Hipócrates (s. IV a.C) que ya hablaba sobre esta práctica en su tratado “Los aires, las aguas, los lagos” escrito tras su estancia en Egipto.

También en la antigua China, hacia el año 400 A.C., el Huang Di Nei Jing, o

Clásico de Medicina Interna del Emperador Amarillo, cuya antigüedad se remonta a 2.000 años atrás. En este texto se dice que los seis meridianos.

Yang se hallan directamente conectados con la oreja, mientras que los seis meridianos Yin se hallan conectados indirectamente.

Desde 1958, el tratamiento de acupuntura ha florecido en Europa y en toda China. El nivel de estudio y aplicación de la auriculoterapia se ha elevado. Cientos de datos han sido recopilados y el ejercicio de la auriculoterapia se ha visto incrementado. El conjunto de puntos auriculares ha sido, a través de las últimas investigaciones, enriquecido. En una palabra, este tratamiento tan tradicional ha sido rápidamente rescatado y actualmente se desarrollan incluso tecnológicos medios sofisticados para su práctica.

Una de las grandes ventajas de la aurículoterapia es que no necesita el conocimiento de otros tipos de pensamiento y conceptos cosmobiológicos de origen oriental para su ejercicio, como ocurre con la acupuntura clásica china, ni tampoco conocimientos anatomofisiológicos de la medicina convencional, sino que es una técnica con una identidad propia, válida y suficiente por sí misma.

Se fundamenta en la existencia en el pabellón auricular de unos puntos situados en la dermis, que se pueden detectar fácilmente por diversos medios, y cuya estimulación produce a distancia efectos reflejos que se traducen en una mejoría o en una desaparición de las molestias que presenta el enfermo. Y esta alteración del punto es la que permite la práctica de nuestra técnica, que en síntesis consiste en la estimulación por medios diversos (masajes, agujas, corrientes eléctricas, rayos láser, semillas, chinchetas, etc.) de estos puntos detectados, mediante los cuales y por complicados mecanismos reflejos, vamos a lograr una modificación de los trastornos observados en el organismo, que constituyen el origen de la existencia del o de los puntos encontrados alterados en la oreja.

La auriculoterapia nos permite estar en contacto directo, físico incluso, con nuestros pacientes. Existe una constante intercomunicación entre el terapeuta y el enfermo que está tratando, lo cual abre el camino a posibilidades de cap-
tar información sobre lo que le ocurre al paciente, lo que subyace detrás de la apariencia, aquello que provoca la enfermedad o lesión, que en ocasiones llegan a sobrepasar nuestras capacidades puramente sensoriales.

La auriculoterapia es por tanto una maravillosa herramienta para el diagnóstico que nos permite personalizar el tratamiento y hacer una terapéutica exclusiva y singularizada, donde cada uno de los signos y síntomas que presenta el paciente determinará la selección de puntos en el tratamiento. Esta posibilidad de utilización del pabellón auricular para el diagnóstico podría parecer sorprendente, pero se explica perfectamente por la riqueza de su inervación, así como por las múltiples conexiones que mantiene con el sistema nervioso central.

Como técnica tiene múltiples ventajas, tales como una rápida efectividad, facilidad de manejo, aprendizaje y comprensión, es económica, práctica, no tiene efectos secundarios y sí un amplio campo de aplicaciones al alcance de cualquiera. No requiere de instrumentos de elevado coste, ni de un lugar específico para su práctica, ya que en cualquier lugar y en cualquier momento, podemos hacer uso de todos los elementos que usamos para la estimulación de los puntos reflejos que se encuentran en la oreja.

Es una terapia compatible con cualquier tratamiento alopático, natural u homeopático y carece de contraindicaciones, salvo la lógica precaución que debemos tener con determinados puntos en mujeres embarazadas. Sin embargo son infinitos los beneficios que puede aportarnos ya que no sólo actúa a nivel paliativo, sino que también a nivel preventivo o en la erradicación total de infinitas enfermedades.

Podemos utilizar semillas que se colocarán de manera superficial sobre los puntos auriculares y el paciente se los estimulará con la presión varias veces al día, chinchetas (específicas para tal fin), imanes, agujas, etc. Y presenta la ventaja de que el paciente se marcha a casa con las semillas, chinchetas, etc, puestas en la oreja, por lo que el tratamiento sigue vigente más allá de la consulta.

En las sesiones de acupuntura puede reforzar un tratamiento, pero igualmente se podría utilizar la oreja como tratamiento único para cualquier afección, de hecho existen acupuntores que trabajan exclusivamente con la oreja. Y no sólo la acupuntura podría verse reforzada por una técnica tan accesible y sencilla como útil y eficaz, también la reflexología podal, tratamientos alopáticos, fisioterapia, reiki, todo tipo de masajes, etc, podrían ver incrementada su eficacia y reducir el tiempo de mejora de cada paciente si añadiera en cada sesión un tratamiento con auriculoterapia.

En los últimos años, esta técnica ha sido usada para diagnosticar y prevenir enfermedades, así como para anestesia en operaciones quirúrgicas, obteniéndose siempre buenos resultados en una extensa proporción.

Los tipos de tratamiento se han extendido continuamente, el efecto terapéutico ha sido incrementado, garantizando operaciones seguras sin efectos secundarios. Actualmente, la anestesia por auriculoterapia es usada con éxito, no solamente en la extirpación de amígdalas, extracción de dientes (donde es más conocida), sino también en operaciones de tórax y abdomen, miembros, oídos, nariz, garganta y ojos. En el futuro, el campo de aplicaciones será más extenso.

Reconocida es también su eficacia y aplicación en el tratamiento de adicciones, como el tabaco, alcohol, o la ansiedad por la comida, donde la auriculomedicina mediante una juiciosa elección de los puntos que refuerzan la voluntad del sujeto (y que al mismo tiempo le permiten realizar la desintoxicación de una manera más fácil) podemos alcanzar una acción equilibradora vegetativa y psíquicamente sedante.

Por tanto podemos considerar a la oreja como una célula modelo, sobre la que vienen a alinearse todos los programas de las demás células del organismo, ya que esta es la única explicación verosímil que los resultados obtenidos nos invitan a pensar.

Por MODESTO GUTIERREZ (naturópata, homeópata, acupuntor, nutrición ortomolecular, Par Biomagnético)

EL CORAZÓN, UN PUNTO DE CONVERGENCIA ENTRE LA CIENCIA MODERNA Y LA MEDICINA ANCESTRAL

EL CORAZÓN, UN PUNTO DE CONVERGENCIA ENTRE LA CIENCIA MODERNA Y LA MEDICINA ANCESTRAL

El corazón tiene razones que la razón no entiende (Blaise Pascal)

El corazón en cifras

Las enfermedades que afectan a la salud cardiovascular son la principal causa de muerte en los países desarrollados. Hacia el día 20 de gestación, en unas pocas horas, un pequeño acúmulo de células comienza a batir al unísono y establece el que será el ritmo de nuestra vida que resonará ya sin parar hasta el mismo momento de nuestra muerte. El corazón es el órgano encargado de bombear la sangre cargada de oxígeno y nutrientes para ser repartida por todo el organismo, ninguna célula del cuerpo queda más allá de unos pocos micrómetros de uno de los 161.000km de vasos sanguíneos del cuerpo, es decir, una dimensión circulatoria equivalente a 4 veces la vuelta al mundo a través del ecuador. Una gota de sangre tarda menos de 60 segundos en transitar este complicado y delicado sistema vivificador.

El corazón pesa entre (200 a 425 gramos) y es un poco más grande que una mano cerrada. Haciendo números, el corazón de una persona puede haber latido más de 3.500 millones de veces y bombeado unos 300 millones de litros de sangre. Cada día, el corazón medio late 100.000 veces, bombeando aproximadamente (7.571 litros) de sangre. Impulsa unos 7 litros de sangre por minuto, o sea más de 400 litros por hora, su fuerza eléctrica es 60 veces más poderosa que la del cerebro, y su potencia magnética puede medirse a más de cinco metros, y es cinco mil veces mayor que el órgano que le sigue a continuación, el cerebro. El motor cardíaco es la fuerza electromagnética más potente del organismo.

Hace tiempo que los investigadores descubrieron que el sistema nervioso central (SNC) regula el funcionamiento del corazón. Y ya Darwin reconoció al corazón y al cerebro como los dos órganos más importantes, así como su acción y reacción mutua a través del nervio vago o neumogástrico (X Par craneal).

El otro lado del corazón

La ciencia ha demostrado que es posible registrar el electrocardiograma de una persona en el encefalograma de otra, siempre que esas dos personas estén en cercanía próxima y sobre todo si se encuentran en contacto físico. El abrazo armónico entre corazón y cerebro genera ese estado de bienestar propicio a la maravilla del amar y ser amado, o simplemente sentirse bien. Es unir la energía de la tierra con la del cielo, que diría la Medicina China.

En la Medicina Tradicional China se considera al corazón como el Emperador del organismo, la residencia del Shen, que viene a ser el conjunto de factores psicoemocionales y espirituales de la persona. El Shen es la conciencia máxima, el espíritu del emperador, al Alma, lo que nunca muere y siempre vuelve al origen, aquello que le otorga al ser humano la conciencia, el conocimiento y la palabra. Es la parte más sutil y elevada de la persona, “Conciencia Universal Creadora que se expresa en todo lo conocido”.

Dicen los textos clásicos que el Shen “se almacena en el Corazón y se revela en los ojos”. Su energía se refleja en el brillo de los ojos y su actividad influye sobre el tallo cerebral y los automatismos vitales, el sistema límbico y sus emociones, el sistema inmune y su función defensiva o la capacidad de aprendizaje y de memoria. Todo ello ha sido probado científicamente. Pero de la misma forma la coherencia de su ritmo se altera ante determinadas situaciones: la soledad, el desamor, la ansiedad, la depresión, etc, producen numerosos cambios en la coherencia cardiaca y a su vez en el resto del organismo, favoreciendo las enfermedades cardiovasculares e incluso la demencia y el Alzheimer.

En esa conexión cerebro-corazón, el corazón envía más señales al cerebro que el cerebro al corazón. Durante el estrés y en estados emocionales negativos el patrón del ritmo cardiaco se desordena. Entonces su señal sobre el cerebro inhibe la función cognitiva, lo cual limita la claridad del pensamiento, memorizar, aprender, razonar y tomar decisiones, propiciando en cambio los actos impulsivos que se toman bajo el efecto del estrés o de la agresividad. El cerebro del corazón tiene capacidad de aprendizaje, memoria y toma de decisiones de forma independiente del cortex cerebral, sede del pensamiento.

Pues bien, parece ser que para la ciencia el corazón ha dejado de ser simplemente una bomba impulsora. Cada célula es una pequeña batería que almacena su parte correspondiente de estructura física, de bioenergía, de memoria emocional y de campo de información mental. La información genética reside en el material genético del núcleo celular. La neurocardiología explica que el corazón tiene su propio cerebro de unas 50.000 neuronas, que le otorgan la capacidad de sentir y pensar de forma independiente, de procesar información y tomar decisiones desde el corazón, e incluso de mostrar un tipo de aprendizaje y de memoria. El corazón es realmente un sistema inteligente.

Cada órgano pone su nota en la melodía del organismo, pero el maestro que lleva la batuta es el corazón, es el que marca el ritmo de la orquesta, convirtiéndose así en señal de identidad de cada persona, porque no hay dos corazones que canten la misma canción con la misma voz. En el corazón sano el intervalo entre dos latidos cardiacos no dura siempre igual. Como en las notas musicales, es el silencio entre dos latidos del corazón el que marca el ritmo de su canción. Las diferencias entre sucesivos latidos producen los cambios de ritmo cardiovascular, que constituyen el preludio de repetición, la señal de identidad cardiaca.

A través de la Variabilidad de la Frecuencia Cardiaca es posible monitorizar los diferentes patrones rítmicos cardiacos. Estos se corresponden con los diferentes estados emocionales y mentales del individuo. Emociones negativas como ira, frustración o ansiedad se acompañan de ritmos cardiacos desordenados que indican una escasa sincronización en el balance S.N.Simpático/Parasimpático. Emociones positivas como agradecimiento, amor o compasión, se asocian a patrones coherentes altamente ordenados. Emociones positivas mantenidas producen coherencia psicofisiológica y sincronización entre el corazón y el cerebro, que se asocian a mayor estabilidad emocional y conexión espiritual. Vivir en coherencia significa alinear el sentimiento con el pensamiento con la acción, lo que los chinos denominaban estar en Wan, que es el equilibrio entre lo que se siente, se piensa y se hace.

El Dr. Paul Pearsall es un psiconeuroinmunológo publicó entre muchos otros, un libro titulado “El código del corazón”. Allí expuso sus investigaciones sobre la transferencia de memoria del donante al receptor a través de órganos trasplantados, especialmente el corazón. La conclusión de su estudio no pudo ser más sorprendente: las células de los tejidos vivos trasplantados almacenan memoria y guardan la capacidad de recordar. Según el Dr Pearsall nuestro cerebro piensa tanto que no escuchamos la sabiduría de nuestro corazón. Decía Paul Pearsall que mientras que el cerebro piensa rápidamente y desde lo alto del cuerpo, identificando los límites, el corazón piensa lentamente y de forma conectiva, desde el centro de nuestro Ser, reconociendo los límites como ilusiones de la conciencia. Hoy sabemos por las investigaciones del Heart Math Institute que corazón y cerebro son capaces de captar y responder a la información intuitiva, pero sobre todo el corazón, que se adelanta al cerebro en esta tarea.

El corazón puede vivir sin el cerebro, pero el cerebro no puede vivir sin el corazón. Cuando somos amados recibimos un trasplante de energía y cuando amamos damos la energía de nuestro corazón. Para Candace Pert, neurólogo americano, la mente no reside en el cerebro, sino que existe en todo el cuerpo. Ambos se comunican a través de las moléculas químicas que ella ha estudiado, los péptidos de la emoción, que se encuentran igual en el cerebro que en el estómago o en el músculo. El cerebro no es la mente. Lo que llamamos mente es en realidad una manifestación del flujo de energía que existe principalmente entre el corazón y el cerebro, en continuo desarrollo, influenciada por las interacciones con el mundo exterior e interior. Tal vez, sólo tal vez, la gran incidencia de enfermedades cardiovasculares en el mundo occidental tenga mucho que ver la Variabilidad de la Frecuencia Cardiaca, con el alejamiento entre hombre y el espíritu, con esa brecha abierta entre el hombre y su Esencia.

Por MODESTO GUTIERREZ (acupuntor, naturópata, homeópata, nutrición molecular, par biomagnético) 

PSICOSOMÁTICA: EL CUERPO ES LA VOZ DEL ALMA

PSICOSOMÁTICA: EL CUERPO ES LA VOZ DEL ALMA

“Si la salud está ausente, la Sabiduría no puede revelarse, el Arte no puede manifestarse, la Fuerza no puede ejercerse, la Riqueza es inútil, y la Razón es impotente”

Herófilas, año 300 a.C.

Que el ser humano es algo más que un cuerpo físico es algo que incluso desde el sector más ortodoxo de la medicina comienza a tenerse en cuenta, donde ya se habla de la psico-neuro-endocrino-inmunología.

El Dr. Masaru Emoto nos muestra en su obra “Los mensajes del agua” fotografías de moléculas de agua cristalizada y cómo estas se alteran tras ser sometidas al efecto de distintas músicas, palabras o pensamientos. Si tenemos en cuenta que nuestro cuerpo es agua en un 70% podemos entender los efectos que un pensamiento o una emoción pueden tener sobre todo nuestro organismo.

La Psicosomática trata de explicar la equivalencia que existe entre las manifestaciones físicas de una persona y un conflicto emocional. En unas ocasiones hablamos de enfermedades físicas y en otras de enfermedades psíquicas; de hecho, la psiquiatría se encarga exclusivamente de las distintas alteraciones que se pueden producir en esta parcela del ser humano.

Pero en realidad no es posible trazar una línea divisoria entre manifestaciones somáticas y psíquicas, el ser humano no es fraccionable por mucho que la medicina convencional se empeñe en generar especialidades que nos segmentan, el ser humano es mucho más que un órgano o un sistema de órganos. Si mi piel o mi corazón está enfermo, no tengo una enfermedad, sino que yo estoy enfermo, todo mi ser ha enfermado, y no soy un corazón o un trozo de piel aislado de mi ser.

Todo en el hombre está continua e inevitablemente interactuando con su salud: desde su alimentación y sus hábitos de vida hasta sus pensamientos y emociones. Si esto no fuera así jamás un placebo podría ejercer un efecto beneficioso sobre una persona, sin embargo, dadas las propiedades terapéuticas del pensamiento todo medicamento que salga a la luz debe demostrar un grado de eficacia superior al placebo, algo que no siempre se consigue.

Hoy día, se sabe estadísticamente que las personas alegres y optimistas viven más tiempo y enferman menos que las personas pesimistas y deprimidas.

¿Cuál sería entonces la labor de la Psicosomática de cara a la salud? Su función sería llevarnos a la comprensión profunda de lo que nos ocurre, nos hace entender que no somos víctimas inocentes del Universo ni errores excepcionales de la Naturaleza, sino dueños y capitanes de nuestro destino, por ello la Psicosomática puede conducirnos hacia un camino de sanación, mucho más allá de la estéril neutralización de los síntomas.

Tener salud no es un estado de ausencia de enfermedad, sino la integración total con la vida, el universo y con nosotros mismos, es enfrentarnos a cada momento desde la consciencia y la pasión de estar y sentirnos vivos.

Las dolencias físicas son el espejo fiel que refleja las emociones que experimentamos. La enfermedad es el lenguaje del alma y nos habla de nosotros, de nuestros sentimientos, de nuestro camino en la vida. Necesitamos descodificar esas señales, interpretar sus signos, y hacer aquello que debemos hacer para alcanzar una vida plena, plena en intensidad y en sentido, y eso exige inevitablemente un salto cualitativo en nuestro crecimiento y en nuestra evolución.

Para la medicina occidental un determinado campo genético predispone a padecer una enfermedad determinada. Para la sabiduría oriental la enfermedad testimonia un obstáculo en la realización del camino de la vida.

Cuando aprendemos a escuchar a nuestro cuerpo la enfermedad lejos de ser la causa que justifique nuestra infelicidad será la herramienta que nos permita entablar un diálogo con la parte más profunda de nosotros mismos y quizás el mejor aliado para curar las heridas del alma.

El alma representa nuestra orientación trascendental, lo inmortal, y la personalidad o el ego nuestros deseos inmanentes, lo transitorio; el alma busca la emancipación del Ser, la revolución del Espíritu, mientras que el ego quiere la seguridad del tener, el apego a la materia. La lucha entre estas dos orientaciones, divina y terrenal, supone una lucha entre la voluntad de transformación y la voluntad de conservación, y a menudo un conflicto entre dos fuerzas opuestas que deriva en un desequilibrio.

La salud es una cuestión de balanza. Es el estado del alma lo que desestabilizará la salud del cuerpo. El organismo por sí solo no enferma, solamente manifiesta alteraciones y desequilibrios  entre los distintos cuerpos del hombre: mental, emocional, espiritual y físico.

Como decía el Dr. Edward Bach “Detrás de toda enfermedad subyacen nuestros miedos, nuestras ansiedades, nuestra codicia, nuestras simpatías y antipatías, investiguemos nuestras emociones y curémoslas, puesto que con ellas desaparecerán también las dolencias que padecemos”.

Como no nos reconocemos responsables de nuestra salud a menudo culpamos de nuestro malestar a virus, bacterias, microorganismos o a la mala suerte, buscamos causas externas, ajenas a nosotros, y así nos justificamos. Sin embargo la solución sería tomar conciencia de quién soy verdaderamente y comportarme tal y como soy. Eso sería rendir honor a nuestra propia identidad. Es entonces cuando encontraremos la salud perfecta que nos permitirá llevar una vida de plenitud desde la autenticidad de nuestra conciencia.

Es así como construiríamos sólidas bases sobre los cimientos reales de lo que verdaderamente somos. Sin un orden emocional no puede existir un equilibrio estructural.

A modo de ejemplo podríamos hablar de las enfermedades dermatológicas. La piel es la envoltura que nos separa y nos protege del entorno, permite el contacto y a la vez protege y aísla. A través de la piel nos unimos a los demás, nos fusionamos con el mundo exterior o nos cerramos en nosotros mismos. Si entendemos a los demás o al exterior como una amenaza, la parte de nuestro cuerpo más sensible y más vulnerable será la parte relacionada directamente con el problema subyacente. Tendremos tendencia a desarrollar dermatitis, acné, psoriasis, eccemas, etc.

Las alergias primaverales son respuestas desmesuradas de nuestro sistema inmunológico ante sustancias en principio inocuas, como el polen de plantas o árboles. Esta reacción exagerada de nuestro organismo, esta intolerancia, tal vez no sea más que una prolongación de nuestra propia actitud en la vida. Tal vez también nosotros seamos personas demasiado intransigentes o intolerantes con los demás, o con nosotros mismos. Si somos intolerantes cómo no serlo nuestro sistema inmune, si es parte de nosotros mismos. Su forma de actuar no difiere de nuestra forma de actuar, responde a un código de reacción que forma parte de cómo somos, así somos y así se expresa nuestro cuerpo.

Es cierto que en ocasiones puede ser más sencillo tomar un antidepresivo que nos ayude a sobrellevar una situación que nos desagrada, que se aleja de nuestras expectativas de vida, lejos de lo que realmente necesitamos con respecto a quien verdaderamente somos, pero el error de no enfrentarnos a nuestra Verdad conlleva en sí mismo su castigo; eso nos dificulta el que podamos encontrar nuestro lugar en la vida, y como consecuencia nos sentiremos frustrados e infelices  de forma permanente.

Lo sorprendente es que nos adaptamos, que aprendemos a vivir así, en la tristeza, en la desmotivación, culpando a la vida de nuestros errores y fracasos, y nunca hacemos nada más allá del lamento por cambiar la situación. Por eso profundizar en la Psicosomática, adentrarnos en su estudio, nos puede aportar esas claves que nos ayuden a descifrar las preguntas que surgen en el camino y encontrar las soluciones que buscamos.

La salud no es un ideal ni una entelequia, es nuestra herencia, nuestro legado, es una necesidad y un derecho, es la unión total y absoluta entre el alma, la mente y el cuerpo; es por tanto, la armonía entre los distintos niveles del Ser.

Por MODESTO GUTIERREZ (acupuntor, naturópata, homeópata, nutrición ortomolecular, par biomagnético) 

ALERGIAS. LA “FIEBRE DEL HENO” SEGÚN LA M.T.C.

ALERGIAS. LA “FIEBRE DEL HENO” SEGÚN LA M.T.C.

La alergia es una reacción exagerada del organismo cuando se expone a determinadas sustancias provenientes del medio ambiente que pueden llegar a nosotros a través de las vías respiratorias y actuar por contacto en piel y/o mucosas. Estos elementos que desencadenan estas reacciones alérgicas se denominan alergenos. Nuestro sistema inmune produce anticuerpos que le defienden de los ataques de estas sustancias alergénicas, desencadenando una serie de síntomas que llamamos alérgicos.

Las alergias forman parte de las llamadas reacciones de hipersensibilidad y globalmente se consideran respuestas desproporcionadas del sistema inmune ante un determinado antígeno, sustancia o estímulo. De esta forma, cuando un anticuerpo en un individuo alérgico reacciona contra un alergeno inofensivo se desencadena una respuesta que será una guerra armada entre nuestro sistema inmunológico y sus rigurosos mecanismos bioquímicos de defensa y el agente externo cuyo desenlace dará como resultado la sintomatología propia de la alergia y los síntomas van a depender de qué sistema se ponga en funcionamiento: aparato circulatorio, piel, ojos, nariz, pulmones… produciendo así asma, estornudos, lagrimeo, afecciones cutáneas, etc, cuando no peligrosas reacciones o daños de los órganos internos.

El nombre de “fiebre del heno” procede de 1819, cuando el doctor John Bostok observó la existencia de una afección de ojos y nariz que únicamente aparecía durante el verano. Bostok estaba realizando una descripción clínica de su propio caso, y sólo se encontraron 28 pacientes en toda Inglaterra que presentaran sus mismos síntomas. Dado que se pensó que el heno era la causa, y la fiebre su consecuencia, el proceso fue denominado erróneamente "fiebre del heno". Aunque la alergia primaveral ni da fiebre ni la produce el heno, el término ha sobrevivido hasta nuestro tiempo pese a que en 1873 el investigador Charles Harrison Blackley publicó que la causa de la enfermedad no era el heno, sino el polen presente en la atmósfera, que penetra en el organismo a través de las mucosas expuestas al aire: ojos, nariz y boca.

Pero ¿qué puede estar provocando tal cambio en el comportamiento del sistema inmunitario para que reaccione de manera desmedida ante sustancias inocuas?

Las causas de este incremento significativo en los países más desarrollados no están totalmente aclaradas pero los epidemiólogos apuntan algunas hipótesis entre las que destacan las vacunas y el abuso de antibióticos, aunque la tesis que se está imponiendo pretende vincular estas patologías al exceso de higiene y a la falta de infecciones lo cual haría que el sistema inmune, al no tener “enemigos”, se dedique a atacar a elementos inocuos.

Se ha demostrado que los países más ricos del mundo son también los que más alergias tienen. No hay niños alérgicos en las sociedades de países subdesarrollados africanos, por ejemplo, ya que el sistema inmune de estos niños está trabajando al máximo contra multitud de sustancias que ingieren y con las que entran en contacto por el ambiente en el que viven: aguas contaminadas, alimentos en mal estado, etc. El llamado “estilo de vida occidental” caracterizado justo por lo contrario, la esterilización y la falta de contacto con gérmenes patógenos de los niños, es un factor propicio para el desarrollo del proceso.

Como consecuencia de esto nuestro sistema inmunológico, al no tener casi contacto con gérmenes y por tanto no estar ocupado en una respuesta inmune de tipo defensivo, al entrar en contacto con el antígeno dispara la respuesta de las células beta, y estas liberan grandes cantidades de una inmunoglobulina (IgE) que a su vez se une junto a la proteína antigénica a la superficie de otras células, los mastocitos, y estos estallan.

Está demostrado que las partículas emitidas por los escapes de los motores diesel (contaminan 150 veces más que los de gasolina) sobre los pólenes hace a estos más alergénicos, es decir, más capaces de sensibilizar a un mayor número de individuos, lo cual podría justificar el que la alergia al polen sea más frecuente entre las personas de las ciudades que en aquellas que habitan en las zonas rurales, a pesar de que la presencia de alergenos es mucho mayor en estas últimas.

La Medicina Tradicional China ha explicado el Universo y el hombre a través del binomio Yin-Yang y de la “Ley de los cinco elementos”, estos son: Agua, Madera, Fuego, Tierra y Metal. Estos elementos tratan de ciclos y patrones de cambio y están relacionados entre sí. De esta manera el Agua hace crecer la Madera, la Madera es el combustible para el Fuego, el Fuego mediante sus cenizas alimenta la Tierra, la Tierra genera minerales, que dan lugar al Metal, el Metal puede ser fundido y convertido en líquido, volviendo así al elemento Agua, comienzo del ciclo.

Los médicos chinos utilizan la combinación Yin-Yang y los Cinco elementos para diagnosticar las causas de la enfermedad, pronosticar su evolución y prescribir los remedios adecuados.

Cada elemento está asociado con una parte de nuestro cuerpo, con una emoción, con un sabor, un color, etc. La “fiebre del heno” se da en primavera que está relacionada con el elemento Madera y ésta a su vez, con el viento y el movimiento, el sabor agrio, el color verde, la cólera o la ira como emoción, el hígado (como órgano Yin) y la vesícula biliar (como órgano Yang), además con los ojos, tendones y uñas. La madera ha de ser flexible, los desajustes causan rigidez que originan agresión y violencia. La cualidad de la madera es la expansión y el crecimiento, así es la primavera donde todo crece, florece y se expande, la Naturaleza tras el repliegue invernal comienza su despliegue y se manifiesta con una nueva luz y un nuevo colorido en la expresión de la vida.

Nosotros no somos una parte aislada de esta Naturaleza y energéticamente nos vemos impregnados por este nuevo orden más Yang que nos rodea. Este Yang afecta especialmente a nuestro hígado, que es el órgano asociado a la estación, entonces en su desequilibrio, si hay un bloqueo de la energía del hígado, comienzan los problemas emocionales, la depresión, la inestabilidad del humor, y si este Yang hepático se desborda podemos estar excesivamente irritables, coléricos o agresivos y responderemos de manera exagerada y desmedida ante cualquier circunstancia.

Algo así pasa con nuestro sistema inmunológico al contacto con un alergeno en el caso de una alergia, la respuesta es exagerada e intensa, incluso ante estímulos inofensivos como un grano de polen. Pero nuestro sistema inmune no actúa de manera diferente a como lo hacemos nosotros en situación de estrés en que cualquier pequeño incidente puede hacernos reaccionar de manera desproporcionada.

La Medicina Tradicional China considera la alergia primaveral como una patología de Viento externo (Madera) ya que es este el que transporta los factores desencadenantes de la alteración orgánica, el viento expresa el concepto de algo malévolo que se introduce en el cuerpo por piel, boca o nariz. El tratamiento, por tanto, irá enfocado a hacer frente a ese viento patógeno que desencadena los síntomas alérgicos mediante la acupuntura, es decir, mediante la inserción de finas agujas de acero inoxidable sobre ciertos resonadores situados en meridianos o canales energéticos que como una extensa red se extienden por todo nuestro cuerpo y la selección de estos resonadores variará en función de la sintomatología de cada paciente, dependiendo de si este viento va unido a un cuadro de calor, de frío, de sequedad, de humedad, etc.

Los tratamientos con acupuntura deberían comenzar unos meses antes del periodo en el que se agudizan los síntomas, la fecha ideal de comienzo sería en noviembre o diciembre, para adaptar al organismo y prepararlo en su respuesta a los alergenos de la primavera. El tratamiento consistiría en una sesión semanal hasta que pasara el periodo de mayor incidencia sintomatológica, es decir, hasta terminada la primavera, en el caso de que la alergia fuera primaveral (polen de los árboles) o hasta el verano (en el caso de que se tratara del polen de las plantas).

Además la farmacopea china o la homeopatía también pueden reforzar todo tratamiento, ya que se adaptarán al síndrome y síntomas específicos que presente cada paciente.

Por MODESTO GUTIERREZ (acupuntor, naturópata, homeópata, nutrición ortomolecular, par biomagnético)

SOMATIZACIÓN: LA ENFERMEDAD COMO CAMINO O EL CAMINO DE LA ENFERMEDAD

SOMATIZACIÓN: LA ENFERMEDAD COMO CAMINO O EL CAMINO DE LA ENFERMEDAD

Hipócrates afirmaba que las enfermedades son consecuencia de un desequilibrio de los "humores internos", que puede ser restablecido con buena alimentación y con reposo del cuerpo y del espíritu.

Son muchos los experimentos que, junto con un sinfín de observaciones han llegado a demostrar que todas las enfermedades son el resultado de la interacción entre múltiples factores, que dependen tanto del agente agresor: bacteria, virus, agente carcinógeno, como del organismo agredido: genéticos, endocrinos, nerviosos, inmunológicos, emocionales y comportamentales. Producto de esto surge una ciencia médica denominada Psiconeuroinmunoendocrinología.

La medicina holística o integrativa considera al hombre como un ser en interacción constante con otras fuerzas y otros campos energéticos y no como un ente aislado marginado de su entorno. El cuerpo humano no es la suma de sus partes sino un todo en cada una de las partes.

La ciencia no duda ya de la interacción entre la mente y el cuerpo ni del efecto que los estados emocionales producen en el organismo. No hace falta ser científico para saber que cuando estamos deprimidos nuestro sistema inmunológico está deprimido y cada uno de nuestros órganos deprimen sus funciones. Hoy día se sabe estadísticamente que las personas alegres y optimistas viven más tiempo y enferman menos que las personas pesimistas y deprimidas.

La ira, el odio, la envidia, la depresión, el rencor, el miedo, la pérdida de autoestima, la falta de ilusión en la vida, son potencialmente fuentes de enfermedad para quien las padece porque producen reacciones bioquímicas en nuestro organismo que alteran la homeostasis. Las enfermedades del alma se manifiestan en el cuerpo físico. Hoy en día vivimos, especialmente en los países desarrollados, una verdadera epidemia del espíritu.

El Dr. Masaru Emoto nos muestra en su obra “Los mensajes del agua” fotografías de moléculas de agua cristalizada y cómo estas se alteran tras ser sometidas al efecto de distintas músicas, palabras o pensamientos. Si tenemos en cuenta que nuestro cuerpo es agua en un 70% podemos entender los efectos que un pensamiento o una emoción pueden tener sobre todo nuestro organismo.

El cuerpo es el espacio simbólico donde se dramatiza el trabajo del alma, allí se hace visible lo invisible. Entonces, el alma dibuja, sobre la superficie entrelazada de la anatomía y la fisiología humana, sus intenciones. Si esta cosmovisión -que el cuerpo es lenguaje del alma y de las emociones- constituye un punto de partida esencial, no lo es menos pensar que el cuerpo es memoria: guarda en sus repliegues la historia personal de cada uno de nosotros. De modo que el cuerpo es narración, y aunque la conciencia calle e ignore lo que él cuenta, el cuerpo siempre revela.

La somatización de emociones trata de explicar la equivalencia que existe entre las manifestaciones físicas de una persona y un conflicto emocional. En unas ocasiones hablamos de enfermedades físicas y en otras de enfermedades psíquicas; pero siempre debe entenderse como enfermedad la falta de ese perfecto estado de equilibrio físico, mental y emocional. Todos los síntomas tienen un sentido profundo para la vida de la persona: nos transmiten mensajes del ámbito espiritual y de su adecuada interpretación dependerá nuestra capacidad de recuperación.

Una de las más claras evidencias de la interacción mente y cuerpo podemos encontrarla en el denominado efecto placebo. En todos los experimentos y estudios que se han llevado a cabo el efecto placebo ha demostrado eficacia. Los investigadores trabajan “a doble ciego” con “grupos de control” en los que se administra a los sujetos tratamientos convencionales y un “grupo experimental” donde se les administra el tratamiento tipo placebo. El investigador nunca sabe cuál es el grupo que recibió el placebo para evitar que incurra en distorsiones de observación y de medición.

Este tipo de investigación fue utilizado por los expertos de la Universidad de Los Ángeles, California, para comprobar que existen cambios cerebrales producidos por el placebo. La investigación trataba de medir con electroencefalografía el flujo sanguíneo cerebral de 51 pacientes que fueron elegidos en forma aleatoria, unos debían ingerir placebo y otros antidepresivos. Esta investigación demostró que en ambos grupos se observó cambio en los exámenes del flujo sanguíneo, aunque en distintas zonas del cerebro. Este estudio demuestra empíricamente que el efecto placebo no sólo existe, sino que produce una reacción cerebral similar a lo que produce un tratamiento farmacológico. De hecho, el placebo es un importante obstáculo que se encuentran las empresas farmacéuticas a la hora de superar todas las fases de estudio de un medicamento, ya que no siempre pueden superar con fármacos los resultados del placebo.

¿Cuál sería entonces la labor del estudio de la “somatización de emociones” de cara a la salud? Su función sería llevarnos a la comprensión profunda de lo que nos ocurre, hacernos entender que el Universo no se ensaña con nosotros y que no somos errores excepcionales de la Naturaleza, sino dueños y capitanes de nuestro destino, por ello su estudio puede conducirnos hacia un camino de sanación, mucho más allá de la estéril neutralización de los síntomas.

Las dolencias físicas son el espejo fiel que refleja las emociones que experimentamos. La enfermedad es el lenguaje del alma y nos habla de nosotros, de nuestros sentimientos, de nuestro camino en la vida. Necesitamos descodificar esas señales, interpretar sus signos, y hacer aquello que debemos hacer para alcanzar una vida plena, plena en intensidad y en sentido, y eso exige inevitablemente un salto cualitativo en nuestro crecimiento y en nuestra evolución.

Para la medicina occidental un determinado campo genético predispone a padecer una enfermedad determinada. Para la sabiduría oriental la enfermedad testimonia un obstáculo en la realización del camino de la vida. Cuando aprendemos a escuchar a nuestro cuerpo la enfermedad lejos de ser la causa que justifique nuestra infelicidad será la herramienta que nos permita entablar un diálogo con la parte más profunda de nosotros mismos y quizás el mejor aliado para curar las heridas del alma.

Como decía el Dr. Edward Bach “Detrás de toda enfermedad subyacen nuestros miedos, nuestras ansiedades, nuestra codicia, nuestras simpatías y antipatías, investiguemos nuestras emociones y curémoslas, puesto que con ellas desaparecerán también las dolencias que padecemos”.

Como no nos reconocemos responsables de nuestra salud a menudo culpamos de nuestro malestar a virus, bacterias, microorganismos o a la mala suerte, buscamos causas externas, ajenas a nosotros, y así nos justificamos. Sin embargo la solución sería tomar conciencia de quién soy verdaderamente y ser fieles a nosotros mismos. Eso sería rendir honor a nuestra propia identidad. Es entonces cuando encontraremos la salud perfecta que nos permitirá llevar una vida de plenitud desde la autenticidad de nuestra conciencia. Sin un orden emocional no puede existir un equilibrio estructural.

A modo de ejemplo podríamos hablar de las enfermedades dermatológicas. La piel es la envoltura que nos separa y nos protege del entorno, permite el contacto y a la vez protege y aísla. A través de la piel nos unimos a los demás, nos fusionamos con el mundo exterior o nos cerramos en nosotros mismos. Si entendemos a los demás o al exterior como una amenaza, la parte de nuestro cuerpo más sensible y más vulnerable será la parte relacionada directamente con el problema subyacente. Tendremos tendencia a desarrollar dermatitis, acné, psoriasis, eccemas, etc.

Es cierto que en ocasiones puede ser más sencillo tomar un antidepresivo que nos ayude a sobrellevar una situación que nos desagrada, que se aleja de nuestras expectativas de vida, lejos de lo que realmente necesitamos con respecto a quien verdaderamente somos, pero el error de no enfrentarnos a nuestra Verdad conlleva en sí mismo su precio; eso nos dificulta el que podamos encontrar nuestro lugar en la vida, y como consecuencia nos sentiremos frustrados e infelices  de manera permanente.

Pero el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación y aprendemos a vivir así, en la tristeza, en la desmotivación, culpando a la vida de nuestros errores y fracasos. Por eso profundizar en el estudio de la somatización de emociones, adentrarnos en su conocimiento, nos puede aportar esas claves que nos ayuden a descifrar las preguntas que surgen en el camino y encontrar las soluciones que necesitamos. 

Por MODESTO GUTIERREZ (acupuntor, naturópata, homeópata, nutrición ortomolecular, par biomagnético)

ALIMENTACIÓN: “SOMOS LO QUE COMEMOS” Y ASÍ NOS VA...

“El doctor del futuro no dará medicinas, sino que animará a sus pacientes a que se interesen por el cuidado del cuerpo, la dieta, y la causa de las enfermedades”

Thomas A. Edison

Desgraciadamente vivir en la era del progreso supone a la vez pagar un precio elevado por sufrir cada día más las limitaciones que nos permiten decidir sobre nuestra salud, y sobre nuestra independencia nutricional, vital para nuestro propio desarrollo físico y emocional. Los intereses comerciales prevalecen sobre los intereses de la persona. La gran industria alimenticia, las multinacionales de fertilizantes químicos y de las manipulaciones genéticas, que a menudo son la misma empresa deciden actualmente, con el silencio cómplice de los gobiernos, sobre la calidad de vida de los ciudadanos.

Sin embargo, no toda la culpa la tienen estas empresas, nosotros hemos participado y aceptado las nuevas reglas del juego en la alimentación, reglas que casi nos han sido impuestas, pero no hemos sido capaces de escapar de ellas. La comodidad que por una parte supone el consumir “alimentos” precocinados, la comida rápida o la comida “basura” que tan a mano tenemos en cualquier momento, las conservas, lo envasado, y la falta de tiempo y dedicación para elaborar el alimento, ha sido una tentación demasiado “golosa” para una sociedad acomodada que come más para quitarse el hambre que para nutrirse atendiendo a los verdaderos requisitos orgánicos. A nuestra alimentación le falta frescura y le falta tierra, origen y procedencia de todo alimento que se precie de serlo.

No hemos atendido a la lógica para pensar que determinados productos, que son más el resultado de una creación química de laboratorio que de la propia naturaleza, contienen moléculas ajenas y extrañas a nuestra propia biología y estamos ignorando las características propias y naturales del ser humano. Ya pudimos comprobar lo que ocurrió con la encefalitis espongiforme (“enfermedad de las vacas locas”) cuando la alimentación del ganado vacuno no respetaba las necesidades biológicas de las vacas. El hombre impone su codicia material en el sistema y las consecuencias son tan graves como la aparición constante de nuevas enfermedades, esas que la medicina llama “idiopáticas”, es decir, que no tiene ni idea de qué lo causa ni cuál es su origen.

Actualmente en las sociedades modernas estamos sobrealimentados, pero desnutridos. Como también es cierto que actualmente vivimos más años que en otras épocas, pero envejecemos sin calidad de vida, cada vez estamos más enfermos aunque cada vez tardemos más tiempo en morirnos.

El hombre moderno es suficientemente inteligente y poderoso para modificar la naturaleza, pero no lo bastante inteligente para cambiarla de forma positiva. De manera paralela a nuestra falta de salud camina la salud del planeta, de nuestra madre Tierra: alimentos modificados y contaminados, los mares plagados de residuos nucleares y su fauna de mercurio, la polución del aire -saturado de CO2- y la atmósfera aumentando su agujero de la capa de ozono; todo esto nos hace convertirnos en rehenes en manos de quienes deciden por nosotros lo que debemos comer, y en qué condiciones debemos vivir.

A menudo nos repiten aquello de que “hay que comer de todo”, y lamentablemente llegamos a creérnoslo, cuando actualmente existen más alimentos que no han formado parte de la alimentación del hombre durante toda la historia de la humanidad que los que se han consumido tradicionalmente. No puedo estar de acuerdo: hay que comer exclusivamente aquellos alimentos que verdaderamente necesitamos y nos aportan los nutrientes necesarios para nuestra salud y para que en nuestro organismo se desarrollen todas las reacciones bioquímicas que nos permitan vivir con calidad de vida.

Por otra parte la única “información” que algunos consumidores reciben acerca de los alimentos es aquella que filtrada y manipulada por el marketing y la publicidad llega hasta nuestros hogares a través de la televisión. Cualquier “veneno” hoy en día puede venir envuelto con el envase más sugerente y su fabricante ensalzar sus infinitas “bondades” en un anuncio que le cuesta al fabricante varios miles de euros, pero que tendrá una recompensa comercial. No se puede controlar la falta de veracidad de los anuncios publicitarios y en muchos casos el engaño, el marketing utiliza todas sus estrategias para convencernos.

En la alimentación, como en casi nada en la vida, no existen verdades absolutas, pero habitualmente cometemos errores incuestionables por desconocimiento y por ignorancia. Tal vez no exista una sola dieta adecuada para toda la humanidad, sino que esta debe ser personalizada, teniendo en cuenta las verdaderas necesidades del individuo en función de su actividad física, edad, clima, grupo sanguíneo, etc. Sin embargo, el hombre actual está alineado con la alimentación impuesta por las multinacionales de los alimentos “muertos” y desvitalizados, atrapado en una red de difícil escapatoria.

Pero no debemos preocuparnos porque para compensar las carencias nutricionales de la alimentación de nuestro tiempo tenemos un sin fin de multivitamínicos de síntesis “completísimos” que compensan todos nuestros errores gastronómicos y nos aportan todo aquello de lo que nuestros alimentos carecen. Es increíble la falta de ética y escrúpulo de quienes nos ofrecen estas “soluciones milagrosas”.

Hemos perdido el sentido común en las cuestiones culinarias. Comer bien no sólo significa aportarle a nuestro organismo el alimento óptimo en las mejores condiciones, significa además elaborarlo de la manera adecuada para que mantenga todos sus componentes vivos, y significa también comer y masticar debidamente, ya que nuestro organismo no se nutre de lo que ingiere sino de aquello que es capaz de absorber, de lo que finalmente llega a la célula, y esto es un proceso mucho más amplio y más complejo que la simple selección del alimento.

Nuestras células extraen su fuente energética a partir del alimento. Una alimentación óptima se materializará en una buena nutrición celular y esto tendrá como consecuencia que la persona disfrutará de una gran vitalidad, de un buen sistema inmunológico, de un buen funcionamiento intelectual, en definitiva, que estaremos aportando a nuestro organismo la materia prima necesaria para el correcto funcionamiento de la maquinaria humana.

La alimentación no sólo puede y debe ser la primera piedra en la prevención de la enfermedad sino que además se puede utilizar como arma poderosa para el tratamiento de numerosas enfermedades en las que si no tenemos en cuenta la modificación de hábitos alimenticios difícilmente obtendremos algún resultado beneficioso, es el caso de la fibromialgia, candidiasis crónica, síndrome de intestino irritable, etc, etc.

Desgraciadamente no existe consenso sobre cuál es la alimentación idónea para el ser humano. La nutrición que propone la Naturopatía valora la calidad del alimento no sólo desde su composición bioquímica sino que también atiende a la capacidad de absorción de sus nutrientes y a la toxicidad que sus residuos metabólicos dejan en nuestro organismo. Esto genera una importante diferencia con la nutrición y dietética oficial.

“Somos lo que comemos” y verdaderamente este viejo axioma que todos hemos escuchado alguna vez cada día está más vigente. A la vista de la evolución de nuestra sociedad sólo podemos decir que no podemos estar comiendo muy bien, porque la enfermedad está cada día más presente entre nosotros a pesar de que cada día existen más medicamentos, más vacunas, más antibióticos…algo debe estar fallando.

Ante esto sólo cabe rebelarse con la información. Necesitamos saber qué y cómo comer y por qué, algo que nadie nos ha enseñado, porque en esa rebeldía se manifiesta nuestra libertad para decidir sobre nuestra alimentación y nuestra salud.

La alimentación es hoy y será siempre el primer peldaño para la salud y la primera razón para la enfermedad, y desgraciadamente así nos va…

Por MODESTO GUTIERREZ (acupuntor, naturópata, homeópata, nutrición ortomolecular, par biomagnético)

MEDICINA TRADICIONAL CHINA: Ciencia y herencia de una técnica milenaria

Toda medicina es producto de una cultura y está firmemente enraizada en la forma de pensar y de sentir de un pueblo. La Medicina Tradicional China (MTC) no se deja trasladar sin su contexto ni es fácil hacer traducciones literales, en occidente transcribimos sonidos, los chinos se expresan en imágenes. Los diccionarios occidentales no tienen correspondencias fieles a sus ideogramas. Sus textos clásicos hacen continuas referencias al Yin, Yang, Xue, Jing, Qi, etc, términos que no se pueden traducir con una palabra explícita.

Por tanto no se trata de traducir palabras sino de interpretar conceptos, su comprensión requiere de una concesión mental para el que se adentra en su conocimiento. La anatomía china es energética, inmaterial, mientras que la occidental es orgánica y material y esto en ocasiones genera incomprensión para la mente analítica y racional.

La Medicina China se fundamenta en unas pautas holísticas, unas relaciones no causales, una lógica no lineal y una fenomenología no reduccionista, a diferencia de la medicina occidental basada en una causalidad lineal y cuando determinados fenómenos no encajan en las teorías científicas actuales son descartados sin mayor reparo. Durante muchos años esta técnica terapéutica ha sido catalogada como “placebo", fenómeno en el que se demuestra que el 30% de las personas se pueden llegar a curar a través de la mente o la fe en el tratamiento que reciben. Sin embargo, se ha demostrado que es una falsa creencia, porque los animales (que no pueden responder a la sugestión) también responden a las propiedades terapéuticas de la acupuntura y la Medicina China.

La Medicina Tradicional China contempla algo que en occidente ha pasado completamente inadvertido, el Qi. Qi se puede definir simplificándolo mucho como energía, y digo simplificándolo porque este concepto es amplísimo, la Medicina China entiende por Qi desde las funciones orgánicas, los líquidos que componen el organismo, la estructura física corporal, etc. hasta llegar al delicado e impalpable fluido que circula por la red de meridianos del cuerpo humano.

Estos meridianos son los canales por los que transita la energía en todo organismo vivo, no son palpables pero sí identificables con novedosos sistemas de cámaras termográficas de radiación infrarroja. En el año 2005 por primera vez tres investigadores alemanes del Instituto Internacional de Biofísica han descubierto que es posible fotografiar los meridianos de acupuntura indicando a la vez que los seres vivos son, permanentemente, la sede de una delicada actividad eléctrica.

Para la Medicina China todo es energía y su filosofía está basada en el sistema energético del cuerpo humano, algo que cada vez más está encontrando un mayor respaldo desde la física cuántica.

Para la MTC todo cuanto hay en el universo es Qi, pero con una vibración o densidad diferente; es Qi la sutil corriente de bioelectricidad que anima el cuerpo humano, pero también es Qi la estructura material de un hueso. Materia y energía son intercambiables en distintos estados de la frecuencia vibratoria, de la cohesión molecular depende que sea denso o sutil.

Esta forma de entender las cosas, dota a esta medicina, ancestral y novedosa al mismo tiempo, de una enorme versatilidad, que por supuesto pone el listón de sus posibilidades terapéuticas muy alto, casi ilimitado.

Cuando en occidente hablamos de fatiga, pérdida o aumento de peso o palpitaciones unidas a depresión hablamos de los síntomas físicos de un problema mental. Pero también podría ser al revés: la tristeza, la desmotivación, la ausencia de placer, podrían ser los síntomas mentales de un problema físico como una anemia. Para la Medicina China en realidad no se trata de una cosa ni de la otra, entendería que no hay diferencia entre ambas porque no discrimina entre cuerpo y mente, sólo entiende al ser humano en toda su integridad. Los síntomas emocionales y físicos son simplemente dos aspectos de un desequilibrio subyacente en el flujo energético de la persona.

Si dejamos de contemplar las estructuras sólidas que forman un cuerpo físico como estructuras puramente materiales y empezamos a pensar que no lo son tanto, que son en cierta forma maleables, que son energía condensada, nuestros conceptos más arraigados sobre la materia inmediatamente empezarán a cambiar; una enfermedad con deterioro orgánico ya no es sólo una enfermedad que está dañando al cuerpo, comienza a adquirir la forma de un desequilibrio, la energía condensada, que ha dado origen a la materia, se está alterando, está perdiendo unas características particulares que podemos denominar estado de salud. Porque para la MTC la enfermedad tiene un recorrido, primero se produce un desequilibrio energético en el flujo del Qi, esto produce alteraciones en determinadas funciones orgánicas y esto sostenido en el tiempo puede acabar produciendo daños estructurales y orgánicos.

La comprensión de este estado de no materialidad absoluta de las cosas, nos abre una nueva puerta:

  1. Las cosas aparentemente densas, pueden ser afectadas por otras cosas mucho más sutiles.
  2. Las cosas sutiles se pueden alterar por la injerencia de las cosas densas.

Parece complejo ¿verdad? Pues no lo es tanto, tiene la sencillez de la simplicidad; si aplicamos los conceptos apuntados anteriormente resulta fácil deducir que lo sutil y lo denso son lo mismo, todo es Qi, vibración, energía, a su vez todo está interrelacionado y todo depende de todo, son conceptos que estamos aplicando en la práctica diaria, pero sin darnos cuenta.

Un ejemplo obvio lo podemos comprobar con el agua. Cuando exponemos un trozo de hielo a una fuente de calor, el hielo, materia densa, cambia de vibración, de estado, gracias a la acción de una energía sutil, de un Qi sutil -el calor- el hielo se transforma en agua; si la acción del calor continua, el agua se va a sutilizar más y va a mutar en vapor, si seguimos aplicando energía, el vapor mutará en plasma.

¿Cuál es el estado natural del agua? ¿Agua? ¿Hielo? ¿Vapor o plasma? O tal vez la pregunta correcta debería ser: ¿Cuál es el estado natural del hielo, o del vapor o del plasma? No hay una respuesta tajante, la respuesta sería que el estado natural de cada uno de ellos dependería de las influencias del Qi, en este caso en forma de fuente de calor.

En nuestras latitudes el estado natural del hielo es agua, la acción del Qi, temperatura, así lo determina; en los polos el estado natural del agua es hielo, y en el cielo el estado natural del agua y el hielo es vapor, todo es relativo.

La aplicación de estos principios a la medicina, al arte de curar o más bien al arte de devolver el equilibrio perdido a un ser que sufre, dota a la Medicina China de una agudeza insospechada.

La MTC considera múltiples las causas por las cuales podemos enfermar y perder nuestro equilibrio energético. Las hay de origen exógeno, otras son de origen endógeno, y otras, mitad y mitad, es decir por una parte de origen interno y por otra parte externo.

Los agentes etiológicos naturales de origen exógeno capaces de producir enfermedad, son los factores meteorológicos: el viento, el calor, la humedad, la sequedad y el frío. Cada uno de ellos tiene sus señas de identidad, su modus operandi en el cuerpo humano, produciendo patologías de viento, de frío, etc. Hoy podemos comprobar como determinadas enfermedades reumáticas son agravadas en determinadas estaciones con determinados factores climáticos, así como también las alergias y la llegada de la primavera o el verano.

El cuerpo físico, denso, está siendo alterado por la acción de unas energías sutiles; estas energías externas están alterando su estructura física, literalmente nos enfermamos por la interferencia en nuestro equilibrio natural de los agentes antes mencionados, lo sutil está modificando a lo denso.

Los agentes etiológicos endógenos pueden relacionarse con factores emocionales y los endógenos-exógenos pueden ser, por ejemplo, los alimentos. Todo interactúa con el estado energético de la persona.

Los meridianos constituyen una red en la cual circula el Qi, la energía vital del organismo. No están constituidos por materia en el sentido que se entiende habitualmente, sino por la energía vital que transportan. Hay una interrelación entre el recorrido energético de los meridianos y los órganos y vísceras de nuestro cuerpo. Dentro de estos meridianos se sitúan una serie de resonadores energéticos que son los puntos de acupuntura, acumuladores energéticos dentro de estos trayectos a través de los cuales podemos intervenir sobre los órganos, vísceras o estructuras afectadas.

La existencia del sistema de meridianos fue establecida por el investigador francés Pierre de Vernejoul, inyectando isótopos radiactivos en los resonadores energéticos de los seres humanos, siguiendo sus movimientos con una cámara especial de imágenes gamma. Los isótopos viajaban treinta centímetros a lo largo de los meridianos de acupuntura en lapsos de cuatro a seis minutos. Vernejoul desafió su trabajo inyectando isótopos en el torrente sanguíneo en diversas áreas del cuerpo, en forma aleatoria y no en los resonadores energéticos. Los isótopos no viajaban de la misma forma, indicando con ello que los meridianos en efecto, conforman un sistema de vías separadas dentro del cuerpo.

Hoy han sido identificados también los resonadores energéticos localizados con precisión exacta en el lugar que los chinos de la antigüedad los ubicaron dentro de esos meridianos. Se sabe que allá donde existe un punto de acupuntura hay una menor resistencia eléctrica de la piel (impedancia cutánea) comparado con la piel circundante y por tanto una mayor conductividad del impulso nervioso. A finales de la década de los 70, el Dr. Robert Becker y sus asociados, identificaron que los valores de resistencia de los puntos de acupuntura. Becker sugirió que los resonadores energéticos actúan como amplificadores de un semiconductor de Corriente Directa que viaja a lo largo de las células perineurales que envuelven a cada nervio del cuerpo, y comprobó que los puntos energéticos lo largo de los meridianos mostraban una conductividad eléctrica significativamente mayor que la de las zonas de piel neutra.

Esta conductividad depende del campo eléctrico interno, que está determinado por el patrón de interferencia de la superposición de las numerosas ondas. El patrón de ondas de una persona enferma tendrá una pauta diferente que el de una persona saludable y su regulación a través de la estimulación de estas áreas energéticas es la que permite la acción terapéutica de la acupuntura.

Hoy en día nadie duda del efecto analgésico de la acupuntura a través de su acción sobre estos resonadores energéticos. La analgesia se inicia en mediante la estimulación de los nervios musculares de pequeño diámetro, que envían impulsos a la médula y activan tres centros: la médula espinal, el cerebro medio y el sistema hipotálamo-hipofisario en el diencéfalo, los cuales liberan transmisores químicos como Beta-endorfinas en la sangre y líquido cefalorraquídeo creando un efecto analgésico al evitar que las señales entrantes de dolor lleguen al cerebro.

Por todo ello la sabiduría milenaria de la Medicina Tradicional China se ha extendido hasta nuestros tiempos, y más allá de ser una medicina es al tiempo una filosofía que entiende al hombre como un ser no aislado de su entorno, expuesto a las influencias magnéticas de la tierra y el cielo, un microcosmos fiel reflejo del universo que debe vivir en resonancia perfecta con todo lo que le rodea. Deriva de los conceptos del taoísmo que entendía el cuerpo humano, la salud y la enfermedad, en referencia constante a la naturaleza.

El taoísmo describe la figura del Tao, como creador de todo el Universo, como el principio del cielo y la tierra. La figura del Tao se describe como dos fuerzas opuestas y complementarias: el Yin y el Yang, que dan soporte a la base de los fundamentos de la Medicina China.

La sabiduría oriental gana adeptos día a día en todo el mundo. Oriente y todo lo que concierne a su filosofía despierta cada día más interés en las sociedades de occidente. La forma de entender el hombre desde la MTC es única. Siempre digo que conocer sus fundamentos nos ayuda a tener otra visión del mundo y del hombre, y que en la Medicina China se entra por curiosidad y curiosamente ya nunca se sale de ella porque su filosofía nos atrapa de tal manera que nuestros ojos nunca más volverán a tener la misma mirada sobre las cosas.

La MTC puede ayudarnos a entender aspectos de nuestra salud y de nuestras enfermedades que desde la óptica de la ciencia serían totalmente inexplicables. Tras conocer la Medicina China uno se pregunta cómo habrá sido posible su descubrimiento hace 5000 años y cuánto habremos perdido en el camino.

Por MODESTO GUTIERREZ (acupuntor, naturópata, homeópata, nutrición ortomolecular, par biomagnético)

ALIMENTACIÓN Y ESCLEROSIS MÚLTIPLE

“La vida se basa en leyes sobrecogedoramente inmutables, ignorarlas no libra a nadie de las consecuencias de infringirlas”

Joy Gross

Desgraciadamente vivir en la era del progreso supone a la vez pagar un precio elevado por sufrir cada día más las limitaciones que nos permiten decidir sobre nuestra salud, y sobre nuestra independencia nutricional, vital para nuestro propio desarrollo físico y emocional. Los intereses comerciales prevalecen sobre los intereses individuales. La gran industria alimenticia, las multinacionales de fertilizantes químicos y de las manipulaciones genéticas -que a menudo son la misma empresa- deciden actualmente, con el silencio cómplice de los gobiernos, sobre la calidad de vida de los ciudadanos.

Nuestras células extraen su fuente energética a partir del alimento. Una alimentación óptima se materializará en una buena nutrición celular y esto tendrá como consecuencia que la persona disfrutará de una gran vitalidad, de un buen sistema inmunitario, de un buen funcionamiento intelectual, en definitiva, que estaremos aportando a nuestro organismo la materia prima necesaria para el correcto funcionamiento de la maquinaria humana.

A día de hoy se desconocen las causas etiológicas de la Esclerosis Múltiple (EM). Sin embargo se sabe con certeza, por el mapa de incidencia, que detrás de ella subyacen factores medioambientales. Uno de esos factores puede ser la alimentación moderna, bien como causa principal o bien como factor etiológico agravante. La enfermedad está especialmente extendida entre los países anglosajones y escandinavos, y es rara en indios, árabes, africanos y, sobre todo, asiáticos. Los individuos que emigran de un país de baja incidencia a otro de elevada incidencia antes de los 15 años se equiparan en riesgo de desarrollar la enfermedad a los nativos cuando adoptan sus mismas costumbres.

Es cierto que el mapa de incidencia de la EM tiene una relación con los lugares del planeta donde menos se sintetiza la vitamina D, por encima del Paralelo 35º. Sin embargo, en Noruega, uno de los países de mayor incidencia hay grandes diferencias estadísticas entre los habitantes de la costa y los habitantes de interior. Mismos genes, misma latitud y serias diferencias en la afectación de la enfermedad. Lo único que cambia entre ellos es la alimentación, los habitantes del litoral consumen menos carnes y más pescados que los del interior, que a la vez consumen también más lácteos y grasas saturadas. Así ocurre también con los esquimales, que están muy por encima del Paralelo 35º y no desarrollan la enfermedad, y el pescado es la base de su dieta. Japón se encuentra practicamente en la misma latitud que España, sin embargo la enfermedad es casi inexistente entre los japoneses, que consumen abundante pescado, grasas poliinsaturadas y aceite de soja, y escasas grasas saturadas, trigo y leche.

El Dr. Roy Swank, profesor de neurología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oregón, ha aportado pruebas convincentes de que el seguimiento de una dieta baja en grasas saturadas, nula en grasas hidrogenadas y rica en grasas poliinsaturadas y pobre en proteínas de origen animal (excepto pescados de aguas frías) y, por tanto, reduciendo considerablemente el consumo de alimentos ricos en ácido araquidónico –como las carnes- que tienen una acción proinflamatoria, tiende a retrasar el proceso de la enfermedad y a reducir el número de brotes al disminuir la agregación plaquetaria, la respuesta autoinmune y normalizar los niveles reducidos de ácidos grasos esenciales encontrados en suero, eritrocitos, plaquetas y en el líquido cefalorraquídeo de los pacientes de Esclerosis Múltiple. La dieta Swank reduce de forma significativa la adherencia y la agregación plaquetaria que se observan en la enfermedad aterosclerótica y en la EM.

Pero esto no es un hecho aislado. El Dr. Jean Signalet, Catedrático de Universidad de Montpellier, que dirigió durante 30 años el Instituto de Histocompatibilidad de la misma ciudad, autor de más de 200 publicaciones médicas en revistas del mayor prestigio científico, trató enfermos de Esclerosis Múltiple sólo con modificaciones dietéticas. Al cabo de 2 años con 33 pacientes los resultados fueron: 1 fracaso, 3 interrupciones de la evolución de la enfermedad, 5 estabilizaciones, 15 mejorías evidentes y 9 remisiones completas. Cifras que son difíciles de superar con los tratamientos farmacológicos.

Pero sigamos haciendo referencias a estudios científicos: El trabajo publicado por la revista "Journal of Alzheimer's Disease“ dirigido por Mercedes Unzeta, profesora del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Barcelona. Han participado investigadores de este Departamento y de los Departamentos de Biología Celular, Fisiología e Inmunología y de Psiquiatría y Medicina Legal, todos ellos adscritos al Instituto de Neurociencias de la Universidad, así como el Institut Català de Neurociències Aplicades. Conclusión del estudio: “Una dieta rica en polifenoles y ácidos grasos poliinsaturados, patentada como dieta LMN, aumenta la producción de células madre en el cerebro y potencia su diferenciación en diversos tipos de células neuronales. El estudio realizado mostró más proliferación celular en el cerebro en dos regiones donde se produce la neurogénesis, el bulbo olfativo y el hipocampo. Estos resultados refuerzan la hipótesis que una dieta basada en alimentos ricos en estas sustancias antioxidantes podría retrasar la aparición de algunas enfermedades, como la Enfermedad de Alzheimer, o retardar su evolución”.(*)

Ningún medicamento impide la evolución a largo plazo de la EM. Por ello, el cambio nutricional, que no comporta ningún peligro ni carencia, merece ser probado de forma sistemática ya que los resultados aunque tardan en llegar pueden ser muy positivos y mantenerse de forma permanente para beneficio del afectado.

Sólo el cientificismo, es decir, esa mezcla de ciencia y fundamentalismo, puede negar la evidencia científica de la dieta en el desarrollo o evolución de ésta o muchas otras enfermedades modernas. Alimentación y ciencia existen y caminan de la mano, lo que falta no son publicaciones sino profesionales de la salud interesados en su lectura aunque como la alimentación no puede patentarse tal vez nunca alcance el respaldo de quienes deciden lo que es ciencia y lo que deja de serlo.

Todo lo que se aleje de la patente y de su capacidad de comercialización nunca será interesante.

Por MODESTO GUTIÉRREZ (acupuntor, naturópata, homeópata, nutrición ortomolecular, par biomagnético)

 

(*) Artículo de referencia: A diet enriched in polyphenols and polyunsaturated fatty acids, LMN diet, induces neurogenesis in the subventricular zone and hippocampus of adult mouse brain. Valente et al., 2009, Journal of Alzheimer's Disease, 18:4. Valente T., Hidalgo, J., Bolea, I., Ramírez B., Anglés, N., Reguant, J., Morelló, J.R., Gutiérrez, C., Boada, M., Unzeta, M.

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